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LA CIUDAD DE LAS DAMAS

Francia, 1405 - Libro

    Obra literaria creada por Christine de Pisan alrededor del año 1405, originalmente escrito en francés con el título “Le Livre de la Cité des dames”. Fue una de las primeras mujeres escritoras en Europa, además de haber sido una de las primeras feministas de la historia de la humanidad. Ella siempre estuvo en favor de los derechos de las mujeres. Escribió prosa y poemas, frecuentemente filosóficos, que mostraban exactamente esa parte de su forma de ser.

    Christine disfrutó de una vida cortesana colmada de lujos, junto a la familia real y la burocracia de palacio en París, Francia. Recibe una completa y esmerada educación debido a las amplias posibilidades que le ofrecía vivir en la Corte, como el ilimitado acceso a la gran biblioteca real y a la producción de libros que se realizaba para el monarca. Sumado a esto, se destaca el gran empeño de su padre por instruirla en el estudio, quien le transmitió el conocimiento de la ciencia y la lectura de los clásicos, desde una vertiente humanista, debido a sus lazos con intelectuales italianos. En contraste, su madre, a pesar de ser la hija de un hombre docto, el anatomista Mondino de Luzzi, se opone duramente a la instrucción intelectual de su hija, en materias que no sean otras que las relacionadas con las tareas domésticas, como el tejido y el bordado, consideradas tareas "naturales" en las mujeres.

    El libro de la ciudad de las damas es probablemente la mejor expresión del feminismo de Christine. Como una respuesta implícita a Ciudad de Dios de San Agustín, y también inspirado en la obra de Boccaccio, el libro está escrito como un diálogo entre estudiante y maestro. Las figuras alegóricas de la Razón, la Justicia y la Rectitud conversan con Christine y la invitan a construir una ciudad para mujeres famosas del pasado y para mujeres virtuosas de todos los tiempos, en un mundo hecho para los hombres.


"Si las mujeres hubiesen escrito los libros,

estoy segura de que lo habrían hecho de otra forma,

porque ellas saben que se las acusa en falso".

    Esta frase célebre de la autora de El libro de la ciudad de las damas, Christine de Pisan, nos muestra cómo el expresarse era muy difícil para las mujeres en aquellos años de la época medieval, así como actualmente es aún un problema en algunas partes del mundo. Christine, siendo la primera escritora francesa, realmente hizo un cambio revolucionario extremadamente nuevo y radical, algo que no se había hecho jamás, una mujer escribiendo. Las mujeres eran tratadas como inferiores, y por eso las obras de Christine de Pisan fueron sumamente importantes.


    Personalmente considero esta obra muy importante para la sociedad de la edad media, porque fue uno de los inicios para que hoy las mujeres puedan ser iguales a los hombres, aunque no siempre fue así. Cosas tan normales hoy en día, como leer y escribir, no podían hacerlo. Las mujeres normalmente no recibían educación más que lo necesario para cuidar del hogar y los hijos. Como mencioné anteriormente, el padre de Christine le dio la oportunidad de estudiar, aunque su madre no hubiera estado del todo de acuerdo.

    Ahora analizando un poco el contenido del texto, el primer concepto que se menciona en la obra de Christine, será el de poder. La idea de superioridad del poder masculino frente al femenino, por la generalización de obras misóginas de la época, fue una de las principales preocupaciones de Christine, quien, en un principio, se siente perturbada y no se creerá merecedora de la responsabilidad de la creación de una Ciudad de las Damas.

    Como bien advirtió Christine, la mujer era capaz de ejercer autoridad política, y para demostrarlo aporta numerosos ejemplos bíblicos, mitológicos e históricos. Un ejemplo de lo mencionado es el de Clotilde de Francia, que la autora retoma para explicar la importancia de la influencia que tuvo esta reina sobre su esposo para que éste se convirtiera al cristianismo.

    Dentro del desarrollo narrativo de su libro, es posible encontrar numerosas veces, la fórmula "Yo, Christine" ("Je, Christine"), expresión de la consciencia que tenía de su dignidad como mujer y como individuo; a su vez que era una reafirmación de autoridad.

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